La conversación tiene lugar en un parque de Ciudad de México, en mayo de 2022, y transcurre así:
M: Ahora sé que no eres un asesino de Holanda
B: ¿Pensaste que esa era una posibilidad?
M: Claro, hombre, muchos me quieren muerto. Pero si no lo hiciste en el hotel, no lo vas a matar en este parque donde hay tanta gente
B: Por cierto, ¿dónde están Matheus y Lesley? Parecen tipos geniales
M: ¿Leíste sobre ellos?
B: Sí
M: De hecho, ahora están manejando un hotel del sexo (con niños)
B: ¿Me tienes que estar tomando el pelo? ¿Puedo ir contigo?
M: No creo, no te conozco lo suficiente
B: Pero, ¿has estado allí?
M: Sí, pasé un par de meses. Estuve de bartender en el hotel
Con eso bastó. Entonces, uno de los interlocutores, el agente encubierto Tim Ballard, hizo el ademán de contestar una llamada telefónica y desde los árboles comenzaron a salir efectivos policiales que sometieron a su contraparte, el neerlandés Nelson Maatman, bien conocido en las redes internacionales de pedofilia y con cuentas judiciales pendientes en su país. Ballard, quien trabajó más de una década en la Oficina de Crímenes contra Niños del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU y luego fundó la organización Operation Underground Railroad (OUR) para rescatar a menores víctimas de la esclavitud sexual, había logrado atraer a Maatman usando como carnada a una actriz ucraniana que personificaba a una pequeña niña que estaba a la venta. La operación había comenzado poco antes en Ucrania, a donde acudió junto a su equipo con el objetivo de auxiliar a pequeños golpeados por la guerra que están cayendo en las garras de organizaciones criminales dedicadas a la tráfico de personas. Lo que para entonces no sabía Ballard era que la búsqueda terminaría en la pequeña comuna costera de Ecuador llamada Canoa, perteneciente a la provincia de Manabí.
La Policía Mexicana encontró la guarida de Maatman reconstruyendo la ruta que recorrió para acudir al encuentro. Pero por qué un prófugo de la justicia que había logrado esconderse en un ciudad con 22 millones de habitantes se puso en riesgo al reunirse con un completo extraño. La respuesta se la dio el propio Ballard al autor y entrevistador Lewis Holmes, con quien compartió todas sus peripecias: «Porque valía la pena. Él quería comprar a la niña y así venderla una y otra vez. Y posiblemente violarla también».
Esa noche, allanaron el domicilio de Maatman y encontraron cuatro dispositivos de almacenamiento con la ayuda de un agente especial, el labrador Hidu, quien se acaba de graduar de una academia que enseña a los perros a detectar con su olfato el oxido de trifenilfosfina (TPPO). Un revestimiento químico usado en aparatos electrónicos como memorias USB y tarjetas de memoria. Y una cosa más, el pasaporte del detenido, que tenía estampados sellos de entrada salida de Ecuador, país en el que estuvo por dos meses.
“El hotel del sexo para pedófilos estaba en Ecuador, pero, ¿dónde?”. Ballard quería hallar a los “lugartenientes” de Maatman, los también neerlandeses Matheus Hendrick Uittenbogaar y Luijs Lesley Gerardus, por eso esperó hasta ganarse la confianza del pelirrojo para preguntar por ellos. Sabía que solo tendría una oportunidad y su astucia rindió frutos. El siguiente paso fue extrechar la búsqueda. “Nuestros chicos de inteligencia son de codigo abierto, entran (en las redes) y escaban. Ellos encontraron un anuncio en el pequeño pueblo de Canoa, Ecuador. Allí hubo un gran terremoro en 2016 que dejó a la población muy vulnerable, hogares monoparentales, y allí es donde un pedófilo iría a pasar el rato. Había un solo anuncio de un Hotel Boutique en Canoa y habían puesto ‘Lesley’ una vez. Metieron la pata”.
Con esas pistas, armaron una operación que involucró a la Policía ecuatoriana, el Departamento de Seguridad Nacional de EEUU y su Embajada en el país. Entonces enviaron a un grupo de avanzada integrado por dos agentes encubiertos. “Ellos corren a este pueblo en la playa y se instalan en el hotel que está en el anuncio. En menos de una hora ellos comienzan a ver qué hay, hacen un recorrido causal y descubren que niños pequeños allí. De repente, sale otro hombre de la casa (hotel) y fue como ‘Oh, por Dios, este es el cuarto tipo que estábamos buscando y estaba allí de visita como turista’».
De acuerdo a Ballard, intentaron conseguir una orden de allanamiento de un juez local pero se las negó por falta de evidencia. Pero las estrellas se alinearon de alguna forma y ese mismo día el cuarto sospechoso dejó el hotel. “¿Cuáles eran las posibilidades? Se va después de cuatro días, se sube al avión y se dirige a Miami?. Pensamos, tal vez viene a hacer algo aquí. Llamamos a Seguridad Nacional, lo detienen, le hacen un examen forense a sus computadora y encuentran evidencia de pornografía infantil. A él lo envían de vuelta a Holanda donde tiene una orden de captura y nosotros obtenemos la evidencia, porque la computadora salió del hotel (de Canoa) a Miami. Entonces está hecho, vamos donde el juez y conseguimos la orden”.
El allanamiento en el hotel de Canoa que llevó a la captura de Matheus Hendrick y Lesley Gerardus se ejecutó en junio de 2022 y un año después, en junio último, fueron condenados a 10 años de prisión por pornografía infantil. El día del operativo Ballard lo recuerda así: “Son arrestados y todos estos niños y sus familias comienzan a salir a las calles. Teníamos entrevistadores forenses preparados por si ocurría. Creemos que entre 300 y 400 niños, tal vez fueron abusados sexualmente durante los dos años que estuvieron estos tipos allí. Y todos los niños están saliendo llorando, y los padres diciendo, qué está pasando”.